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INNOVACIÓN Y DIAFORESIS

 

     

      Escenario 1: Dos familias en las que la mujer no trabaja deciden cada una constituirse en empresa y contratar formalmente los servicios de la otra para las tareas domésticas. Cada mujer cobra así de la otra familia X euros -exactamente la misma cantidad- por tres horas de trabajo diarias. Las dos declaran sus ingresos, las dos pagan IVA. Parece que nada ha cambiado en términos netos respecto a la situación anterior, pero no es así. Es cierto que las familias no habrán ganado nada en términos de riqueza; pero es que además habrán perdido 1) comodidad, y 2) dinero en concepto de IVA y de IRPF. El Estado, sin embargo, habrá conseguido 1) más impuestos, 2) un poco más de "crecimiento" que lucir en sus estadísticas, y 3) si las mujeres estaban buscando trabajo, dos desempleados menos en las cifras del paro.

 

      Escenario 2:  Un joven vive entre lágrimas un momento de epifanía en un mitin del Partido Popular (quizá en el contexto de esa Convención Autonómica que el Partido Popular acaba de celebrar en Málaga bajo el lema «Autónomos, Pymes, Jóvenes y Empleo», en la que Rajoy ha anunciado una "ley para emprendedores" para antes del verano). Al término del encuentro nuestro muchacho decide renunciar al polvo que tenía previsto con su novia, retirarse inmediatamente a su casa y encerrarse en su habitación para pensar, pensar, pensar... Al cabo de dos días de ayuno y reflexión, sale de su encierro demacrado pero transformado en "joven emprendedor": acaba de inventar un mando a distancia mágico que permite limpiar y ordenar la casa en dos segundos.  El limpiador a distancia se basa en un avance tecnológico de tal magnitud que su coste de producción es prácticamente nulo, y su inventor pertenece a una familia adinerada y, aunque española, con tradición filantrópica, de modo que decide regalarlo. Todas las amas (y amos) de casa se lanzan a por el invento. La sociedad ha ganado tres horas de tiempo libre por unidad familiar, la gente vive mejor que antes (obtiene lo mismo con menos esfuerzo) pero el Estado ha perdido "crecimiento", ha perdido ingresos, y ha ganado muchos cientos de miles de parados entre inmigrantes y personas que gracias al mayor tiempo libre han decidido pasar a ser población activa.

 

      Escenario 3: Nuestro joven, que ha decidido hacerse llamar RGM en honor a nuestro actual triunvirato económico, no tiene ni una gran fortuna personal ni intereses filantrópicos, de modo que decide cobrar por el invento. El precio es razonable, por lo que se genera de inmediato una enorme demanda. Como atravesamos una época de estrecheces, la mayor parte de quienes adquieren el producto saben que el dinero que dediquen a eso no podrán gastarlo en, por ejemplo, consultorías, cruceros, homeopatías varias, masajes con piedras, promoción de imagen, deportes de riesgo, etcétera. El IVA que antes llegaba al Estado a través de esas transacciones de servicios frívolos para personas que se aburren (SFPA) llega ahora a las arcas públicas a través de los beneficios de un joven que empieza a lucir pelo engominado. El crecimiento neto de la economía, medido por la suma de transacciones de dinero, será aproximadamente el mismo, aunque se explique por otro tipo de transacciones. Y el Estado también ingresará lo mismo, pero habrá ganado un montón de parados en el sector SFPA y, como antes, entre quienes ahora disponen de más tiempo libre.

 

      Escenario 4: Resulta que RGM ha conseguido un limpiador a distancia no tan mágico, pues requiere un mínimo proceso de fabricación, de manera que ahora necesita también trabajadores. Todo ocurre como en el escenario 3, pero en este caso los expulsados del sector SEPO se ven compensados parcialmente por los contratados para fabricar algo realmente útil para la sociedad. Por otro lado, sin embargo, RGM se obstina en conservar su margen de beneficios, de modo que aumenta el precio del producto y eso empobrece un poquito a su clientela. Habremos perdido en términos de "esfuerzo para obtener lo mismo" y de poder adquisitivo, o sea, en términos de bienestar real, pero respecto al escenario 3 habrá menos paro y más crecimiento y, como subproducto, más dinero para las arcas públicas.

 

      Escenario 5: Como el anterior, pero a nuestro joven héroe le llueven los pedidos desde el extranjero, !incluida Alemania! España recupera las cifras de crecimiento de antes de la crisis, al Estado le llueve el dinero, la prima de riesgo se hace negativa y el paro disminuye a velocidad de vértigo.

 

      Los escenarios que planteo en este experimento imaginario muestran que, lejos de lo que sostiene el pensamiento económico único de la derierda*, los términos crecimiento, bienestar, empleo e ingresos fiscales indoloros no forman parte de un todo inseparable. Solo en el escenario 5 se cumple esa utopía, pero, dejando aparte a esa fauna variopinta integrada por columnistas de EL PAÍS y tertulianos de Intereconomía, solo un ministro de Economía español o un niño de tres años pueden creerse semejante cuento de hadas. El apelmazamiento de esos cuatro conceptos en una masa indivisible por la que todo sacrificio será poco es la gran trampa tendida por la derierda que nos gobierna.

 

      Rajoy y sus compis creen en la innovación infusa como única salida posible en ese paisaje de rebaja generalizada de impuestos que visitan cada noche en sus sueños. Varias ideas revolucionarias que se están gestando en el cerebrito de jóvenes que se lo están currando en el anonimato (y entre los que se encuentra sin duda ese alumno de bachillerato llamado a suceder a nuestro líder nacional, como proféticamente ha señalado Esperanza Aguirre) abrirán los ojos del mundo mundial a unos bienes y servicios que todos deseaban pero nadie había acertado a concretar, y por los que estarán dispuestos a pagar un ojo de la cara. Esa ansia disparará el consumo, y a partir de ahí el saneamiento de la economía será tan automático y previsible como la salida del sol por el este.  Qué fácil: encender la mecha, y ya está; el único problema, claro, es que nadie sabe donde está la mecha, ni siquiera tenemos la seguridad de que exista.  Hay que estar ciego para no ver aquí un sesgo ideológico favorable a las clases acomodadas. Como ha señalado Mario Trinidad, "los argumentos contra el pago de impuestos por las clases altas también tienen hoy un sabor rancio e invocan realidades en claro retroceso. En este caso, la figura del emprendedor individual al que hay que estimular aliviando su carga fiscal o sus obligaciones contractuales para con sus empleados".

 

      En un artículo que habría que aconsejar a todos aquellos que se preguntan para qué sirve hoy la filosofía, Germán Cano analizaba hace poco en las páginas de EL PAÍS (artículo aquí) la afición de nuestro actual Presidente a utilizar metáforas deportivas para recalcarnos el valor del esfuerzo y sensibilizarnos ante lo que considera una sociedad echada a perder por la fiebre igualitarista.  Sin embargo, y pese a que, como dice Sánchez Ferlosio, "los patriotas y los hinchas del deporte... a la postre adolecen del mismo síndrome mental", en ese punto estoy de acuerdo con Rajoy. Yo también creo que nacemos desiguales, yo también creo que hay que animar a los realmente inteligentes aunque ello suponga olvidarse un poco de los rezagados que no tienen remedio. La diferencia es que yo no creo que los maltratados por la vida lo sean porque se lo hayan buscado sino, sencillamente, porque no hay oportunidades para todos los que se esfuerzan, y porque a lo largo de la existencia el azar tiene mucha más importancia de la que creemos.  El 90% del talento se desaprovecha en nuestro país, pero es que no hay ninguna ley física que, como si de un termostato se tratase, nos garantice la aparición periódica de ideas interesantes que llevadas a la práctica permitan recuperar el pleno empleo a la mínima que se degrade un poco la situación. En este artículo de The Economist citan un libro electrónico de un economista que considera que hemos entrado en una etapa de Gran Estancamiento, porque serán cada vez más raros los inventos que relancen de la productividad, de modo que nos encontraríamos poco menos que en un cul-de-sac tecnológico. Y el recurso alegre a negocios "gaseosos" (como atinadamente los ha definido Elvira Lindo) similares a los del Instituto Nóos no parece una receta que pueda generalizarse. Se ha hablado mucho de la mezcla explosiva de ladrillo y corrupción que ha lastrado la economía española, pero los efectos de ese binomio solo han alcanzado las máximas cotas cuando se han enmarcado en alguna de las muchas operaciones faraónicas de apología del deporte impulsadas por la clase política para embrutecer aún más a la población.

 

      El esfuerzo ocupa en el imaginario de la derecha el mismo lugar que la educación en el imaginario de la izquierda. El primero permite atribuirse el mérito de logros atribuibles muchas veces al azar o la herencia, mientras que la falta de una buen educación es la coartada preferida de los perdedores. Pero en lo que todos coinciden, llegado el caso, es en presentarnos los esfuerzos que no consiguen su objetivo como un mérito en sí mismos, operación de todo punto análoga a la que fundamenta el interés que despierta el deporte de competición.  Comoquiera que sea, Rajoy lleva camino de parecerse a Zapatero en la machaconería con que nos recuerda una y otra vez su virtud preferida. De la Zeja del talante hemos pasado al Depende del sudor. La diaforesis como virtud.   

 

      Por otra parte, con la innovación/esfuerzo ocurre como con el jazz, que el campo de aplicación del término se amplía cada vez más para intentar absorber algo de la aureola de prestigio que rodeaba al concepto original. Ahora es normal ver en las páginas salmón de los diarios una breve reseña biográfica de cualquier par de mocosos veinteañeros que han arriesgado venture capital de sus padres para implementar un programilla para móviles que, por ejemplo, calibrará el grado de dureza de la nieve en la pista de esquí a partir de la temperatura, el grado de humedad, la inclinación de los rayos solares, etc., de tal manera que, combinando ese dato con los aportados por el acelerómetro de última generación incorporado, nos permitirá conocer la probabilidad de rompernos el cráneo o quedarnos parapléjicos no ya mediante simples cifras, sino asignando diferentes melodías, a cual más graciosa, a los distintos niveles de gravedad del impacto. !Huy, qué inventiva, qué gran avance para la humanidad! !Esos chavales merecen una bajada del impuesto de sociedades "como Dios manda"! Bueno... no tan rápido, Mariano, porque, según este otro artículo publicado en The Washington Post, desde hace ya algunas décadas el nivel de ese impuesto tiene una influencia mínima en las decisiones de inversión de las compañías.

 

      El problema es que nadie tiene la receta de ningún "nuevo modelo productivo". Los modelos productivos se reconocen como nuevos a posteriori, cuando se están acabando de asentar. ¿Se puede planificar acaso la inspiración? Pues lo mismo ocurre con la innovación. Pero es que además resulta que no hay dinero para consumir, o sea que ese empeño por sacar urgentemente talentos de debajo de las piedras es todo menos oportuno. Cabe citar aquí la reciente constatación de una relación estrechísima entre el nivel de empleo y las perspectivas de las empresas de aumentar las ventas de sus productos. No se contrata a más gente sencillamente porque los empresarios ven que a corto/medio plazo no va a haber suficiente demanda para sus productos, bien por falta de dinero o bien por falta de ganas de comprarlos entre sus clientes. No es que la economía se paralice a la espera de ver aparecer una idea brillante que lo reanimará todo, no es que la gente se esté guardando el dinero debajo del colchón con la intención de gastárselo de inmediato en cuanto vea aparecer ese producto o servicio milagroso. No, lo que ocurre es que la combinación de miedo al futuro y falta de dinero impedirán durante muchos años que haya demanda suficiente para lo que sea, por mucha innovación que incorpore el producto que se le intente colar a la gente.

 

      Por último, según leo en un artículo del último The Economist, los autores de un trabajo realizado entre miles de directivos de empresas importantes llegan a la conclusión de que las épocas de crisis no funcionan como acicate para la innovación sino todo lo contrario: los jóvenes profesionales con ambiciones llegados al mercado de trabajo en un momento de vacas flacas desarrollan una aversión al riesgo que les dura toda la vida, y encima tienen menos dinero disponible para dar un empujoncito a las pocas ideas brillantes que la lucha acuciante por sobrevivir les permita tener en sus escasos momentos de tranquilidad. O sea que, flamante equipo económico del PP, menos cuentos.

 

      Lo peor es que no queda más remedio que pensar que este país, incapaz como es de reconocer que para equilibrar las cuentas debe dejar de consumir el equivalente a todo lo que ha despilfarrado durante la última década, y obsesionado como está por evitar que se note demasiado que ese problema de desempleo desbocado tiene mucho que ver con la inmigración, está condenado irremisiblemente a poner en marcha de forma velada distintas variantes del estúpido escenario 1 descrito al principio de estas líneas. Ahí tenemos, como ejemplo, la recuperación de la desgravación fiscal por adquisición de vivienda habitual. Incluso economistas de derechas han criticado esa medida, señalando que no hará más que encarecer los pisos, o impedir que bajen todo lo que deberían. En la práctica lo que pasará es que los vendedores de los inmuebles percibirán más dinero, gracias al dinero de más que estarán dispuestos a pagar los compradores, que habrán recibido ese dinero extra del Estado, el cual se lo habrá quitado a los contribuyentes.  En definitiva, un trasvase de dinero de los contribuyentes a los propietarios de varios pisos, los promotores y los bancos. Y por el camino el Estado se quedará con un mordisquito un poquito mayor en forma de impuestos. Riqueza real creada: cero. Empleos netos creados: cero. Pero crecerán un poquito más el "crecimiento" mismo y los ingresos del Estado. Dichos ingresos se conseguirán por tanto de forma pasiva, como subproducto de la energía cinética de las sumas de dinero catapultadas desde la dura realidad de la mileurosfera hasta la estratosfera de rentistas, chorizos y/o banqueros. Es significativo que la cifra de la recaudación adicional en forma de IRPF que piensa conseguir el Gobierno, unos 6000 millones de euros anuales, coincida aproximadamente con lo que nos está costando a todos el mantenimiento y la ampliación/recuperación de la desgravación por primera vivienda (3500 millones y 1500 millones, respectivamente, según podemos ver en este artículo y en este otro). Más claro, agua. Más desfachatez, imposible. (Actualización a 18-03-2012: este artículo confirma a posteriori esa evaluación cuantitativa).

 

* Término acuñado por C. Nutrio a partir de su reflexión "Derecha, izquierda, distintos pecados, la misma mierda".

 

Enero de 2012   

     

 

 

 

 

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