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Entropy in, entropy out

(A propósito de los 1515 (x2) de la CUP)

 

Ocurre con creciente frecuencia -o eso me parece a mí- que los electores votan de tal manera que, con arreglo a un criterio u otro, se produce una división a partes casi iguales entre ellos, hasta el punto de que el resultado se le antoja a todo el mundo casi tan legítimo como el que se hubiera obtenido lanzando una moneda al aire.

 

Me resisto a creer que eso sea pura coincidencia. Más bien sospecho que, conforme se suceden los sondeos, los partidos en liza van modificando ad hoc sus mensajes; pro domo súa, por supuesto, pero al mismo tiempo, sin pretenderlo ellos, en el sentido necesario para que ese resultado tan ajustado sea cada vez más probable. Una suerte de mano invisible les lleva a introducir más ambigüedad en sus propuestas, de modo que los electores acaban más desconcertados que al principio de la campaña, y ello hace que su decisión final se asemeje más al resultado de una apuesta a cara o cruz. Y la decisión colectiva que a la postre emerja como sumatorio de esos votos titubeantes se alejará tanto menos del 50% cuanto mayor sea el número de votantes.

 

Es un dicho muy socorrido en informática, en relación con el procesamiento de datos, el de que "Garbage in, garbage out". Nos encontramos aquí en una situación parecida: "Entropy in, entropy out". Los partidos van reduciendo el contenido real de información en sus mensajes, es decir, los hacen cada vez más entrópicos, y el resultado electoral se hace menos previsible; esto es, se aproxima al estado de máxima entropía, que es el que corresponde al reparto 50-50 de los votos. Dicho de otro modo, con la ayuda inestimable de los medios de comunicación, consiguen que la incertidumbre sea máxima justo antes de las elecciones.

 

No podía ser de otra manera, en un país en el que la política se convirtió hace tiempo en un juego de críos.

 

                                                            28 de diciembre de 2015

 

 

 

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