MANIFIESTO CONTRA EL DISEÑO INHUMANO
Nosotros,
ciudadanos de carne y hueso,
HABIDA
CUENTA de que el deseo de vivir en un entorno cada vez más cómodo debe
considerarse una aspiración incuestionable del hombre;
OBSERVANDO
que los continuos avances tecnológicos permiten satisfacer ese deseo cada vez
más fácilmente;
CONSCIENTES
asimismo de que, paralelamente a esos avances, ha surgido una variante de
parásito social llamada “diseñador” que ha conseguido distorsionar en su propio
beneficio la idea básica de lo que es el progreso humano;
OBSERVANDO
que, de resultas de esa influencia, una proporción creciente de la sociedad ha
pasado a conceptuar como “arte”, “bonito”, “original”, “atrevido” o “mono” las
más ridículas formas de reorganización de nuestro entorno material;
REPARANDO
también en que quienes son víctimas de ese virus de beatificación de la
estupidez se limitan a aceptar con resignación, o todo lo más con inofensiva
sorna, esas expresiones de un narcisismo irrefrenable;
CONSTATANDO
ALARMADOS que se está generalizando entre nuestros gobernantes la práctica de
contratar a tales engañabobos con ingentes sumas de dinero público para
deslumbrar a los ciudadanos;
CONSTATANDO
asimismo que las empresas se ven obligadas a actuar también de ese modo para
arrebatar clientela a la competencia, entrando en una espiral de “destrucción
creativa mutua” que encarece los productos que nos ofrecen de tal manera que,
además de resultar incómodos, se van alejando del poder adquisitivo de un
sector creciente de la población (véase Barcelona);
OBSERVANDO,
en fin, que como consecuencia de la pasividad de unos y otros, por crédulos o
por resignados, la nueva clase diseñil está consiguiendo minar buena parte de
la calidad de vida alcanzada en los últimos años,
HEMOS
DECIDIDO:
DENUNCIAR
sistemáticamente cualquier cambio artificial/artificioso del entorno que lo
haga más incómodo y/o peligroso y/o onerosamente ridículo-kitsch;
EXIGIR
al Gobierno que cree un “impuesto sobre el diseño aberrante” que desincentive
ese tipo de iniciativas;
HACER
UN ESFUERZO ESPECIAL para documentar fotográficamente todos aquellos locales,
muebles u objetos cómodos/útiles en peligro de extinción, a fin de que las
futuras generaciones puedan comprobar en su momento que “otro mundo es posible”;
ESTUDIAR
caso por caso la adopción de posibles medidas de sabotaje de los productos que
nos amargan innecesariamente la vida, como por ejemplo:
- tirar de forma accidental alguna bebida
en ese bar de diseño odioso en el que nunca te has comido ni te comerás un
rosco;
- acudir vestido como un hortera y
actuando como tal a todos los vernissages de gente guapa;
- arrojar objetos contundentes en ese
vater minimalista sólo separado del lavabo unisex por una simple mampara
traslúcida;
- estropear la cerradura de la habitación
“renovada”/miniaturizada de ese hotel que tanto te gustaba antes;
- pinchar las ruedas del todoterreno asesino
de ese vecino al que no le importa machacarte con su música heavy-metal/latina/tecno/rapera/cantautoresca-llorona;
- simular una indisposición repentina con
vómito incluido en ese restaurante que para amortizar lo que se ha gastado en
la nueva cubertería de diseño mariscaliano ha reducido las raciones a la mitad;
- ensuciar todo lo posible los muebles
urbanos que hieran tu sensibilidad;
- negarte a asistir a los eventos que
tengan lugar en cualquiera de las obras faraónicas paridas por los últimos
arquitectos de moda.
- desechar como es debido ese chicle que
estás mascando en la sala de cine que te hace perder el tiempo con media hora
de anuncios y cuyas nuevas butacas obligan a tu cerviz a adoptar un doloroso
escorzo;
- reunir dinero para pagar a alguien que
diga bien alto que ya es hora de que Miguel Barceló deje de tomarnos el pelo, o
por lo menos de intentar hacerse el gracioso en las entrevistas.