MATAR AL ACREEDOR
Se escandaliza El
País en un editorial (15 de julio) de que ”Alemania se encastilla en la
ideología de que cada país es responsable de sus excesos”, algo de sentido
común. Zapatero y Salgado critican en cuanto pueden a ese país por su actitud
ante la crisis de deuda europea, y a ellos se suman también con frecuencia
voces rancias de la derechona que nos ha tocado sufrir. Francamente, me empieza
a cargar ya bastante esa postura de "matar al acreedor". Ya es el
colmo, acusar al que te ha prestado dinero de ser la causa de tus deudas, o
acusarle de tonto por haber comprado esa deuda al haberla considerado buena en
su momento. O sea, se les acusa de especuladores y al mismo tiempo de cretinos
que se creyeron el cuento de que podíamos ser gente trabajadora y civilizada, y
que se merecen por tanto que no les devuelvan lo invertido. ¿En qué quedamos?
Bonito fair play. Y por supuesto,
matar también al mensajero, a las agencias de calificación. Si tanto se equivocan
en sus pronósticos, si tan suculenta es la deuda de los países del sur de
Europa en estos momentos, ¿por qué espera el BCE hasta el ultimísimo momento
para comprarla? Que no sea tonto, ¡ahí hay negocio!
Veamos, parece que el logro de la meta de déficit
para 2011 va a requerir un esfuerzo adicional del orden de medio punto de PIB,
unos 5.000 millones de euros. Al mismo tiempo,
por cada mes que arrastremos con 100 puntos básicos de prima de riesgo
por encima de los 200 que marcan la frontera de la confianza de los mercados
habremos de pagar unos 1000 millones más de deuda (cifras del BBVA). Así pues,
si suponemos, siendo optimistas, que la prima va a enquistarse solo en unos 300 puntos y solo durante el segundo semestre del
año, eso significa que nos veremos condenados a pagar 6.000 millones
adicionales de deuda: unos 125 euros por habitante. Pues bien, volviendo al
principio, si dividimos los 5.000 millones de euros que deberíamos ahorrar en
los próximos seis meses entre el 50% de la población con rentas más altas, el
resultado son unos 200 euros. Es decir, si la mitad más adinerada de los
ciudadanos renunciase a 200 euros durante el resto del año evitaríamos un
empobrecimiento general sobreañadido de todos los españoles, rentas altas
incluidas, del orden de 125 euros por persona, y de paso recuperaríamos la
confianza de los mercados y evitaríamos el temido círculo vicioso de la deuda
retroalimentada. El pago de un total de
75 euros netos en un semestre (12 euros al mes) no debería suponer un enorme
sacrificio para quienes conservan aún cierto poder adquisitivo. De lo
contrario, tendremos calderilla para hoy, y mucha más deuda para mañana.
¿Cómo es posible que, con la que está cayendo, desde
el Ministerio de Economía no se vislumbre la manera de propiciar ese recorte,
de forma casi imperceptible, subiendo con criterios de progresividad un IVA que
está claramente por debajo del aplicado en la mayoría de los países europeos?
¿Por qué no se recupera el IVA de lujo? ¿Qué razones tiene Elenita Salgado para
desoír los consejos de la Comisión Europea, del Banco de España y del FMI en
ese sentido? ¿Se considera más lista que todos ellos? ¿O es que se cree
más de izquierdas, ella, que no ha querido tocar las sicav? ¡Vamos, hombre!
Nuestra ministra de Economía es una mujer con una
osadía sin límite que le hace creerse capacitada para todo, incluso para
dirigir la OMS, empeño en el que afortunadamente fracasó. Una mujer así no
puede inspirar la más mínima confianza. Solo le interesa el Poder, el que sea,
es una mercenaria de la política, como sus amigas Chacón y Pajín. Y los
mercenarios, en política, son temibles, porque por definición es imposible que
sepan lo suficiente sobre los problemas que deben afrontar. Salgado, por ejemplo, parece creer aún en la
desprestigiada curva de Laffer, que nos dice que a partir de determinado
momento subir más los impuestos implica una menor recaudación pues la gente
empieza a llevarse el dinero a otros países o se pasa a la economía sumergida,
pero eso es algo fácilmente refutable. Primero, porque la presión impositiva
era en España unos cinco puntos mayor hace unos años y no recordamos que
entonces la economía sumergida fuese mayor, sino todo lo contrario. Y segundo,
porque hay bienes y servicios a los que se les pueden subir mucho los impuestos
sin riesgo de fuga de capitales. ¿Acaso pueden salir volando las casas? ¿Acaso
pueden salir volando los hoteles y restaurantes de lujo? Que aumenten los
impuestos sobre segundas y terceras residencias, que reintroduzcan el impuesto
de sucesiones, y que hagan como Grecia, que ha subido los impuestos de la
hostelería del 13% al 23%. Que hagan
como Irlanda, que ha decidido imponer una tasa de 100 euros a la propiedad
inmobiliaria ¿A qué están esperando para hacer eso, a que estemos como esos países?
Lo que ocurre, en el fondo, es que muchas de esas
medidas pueden traducirse en una mayor resistencia a la recuperación del
empleo… O sea, al reempleo de los inmigrantes, y se notaría cada vez más el
gran lastre que va a suponer para España durante muchos años, si no décadas,
esa generosidad con que se les ha recibido.
Esa aparente obsesión por el desempleo como problema prioritario, más
importante que la reducción del déficit, lo que realmente revela es el deseo de
nuestros gobernantes de que se note lo menos posible la gran cagada que han
cometido en los últimos diez años en materia de inmigración. Y actuando así,
intentando ocultar eso, nos están llevando al precipicio. (Véase esto.)
Referencias:
http://politica.elpais.com/politica/2011/06/07/actualidad/1307454675_500741.html
http://www.cotizalia.com/vivienda/2011/irlanda-impondra-euros-propiedad-inmobiliaria-20110726-71727.html
Sobre la curva de Laffer: http://blogs.ajc.com/jay-bookman-blog/2010/09/14/the-laffer-curve-debunked-part-one/