Réplica a un
argumento inmigracionista
- Si no tuviésemos inmigrantes no
podrías disfrutar de una asistenta por 10 euros la hora.
-
Si no hubiera esa oferta, nos veríamos obligados a pagar más, en efecto, por
ejemplo 15 €/hora.
- Exactamente. ¿Entonces...?
-
Pero ese dinero iría a parar a autóctonos que podrían ser tus hijos, esos ninis a los que mantienes ahora, para
tu desesperación. Es cierto que eso nos obligaría a recortar nuestro
presupuesto doméstico por otro lado...
- ¿Y dónde vas a recortar? Dime.
-
Por ejemplo en viajes y hostelería.
Estamos hablando (dada esa diferencia de 5 euros/hora) de unos 700-800 euros al
año. El dinero que habríamos desembolsado en viajes al extranjero se quedará en
nuestro país. En el caso del turismo nacional, ese dinero, en términos netos,
se habrá desviado de inmigrantes mal pagados al bolsillo de autóctonos que, al
cobrar una cantidad digna al mes, podrán independizarse y formar una familia,
lo que a su vez reducirá la presunta necesidad de inmigrantes para "pagar
nuestras pensiones". Renunciando a un pequeño lujo prescindible...
- ¿Cómo, crees que viajar es un lujo?
-
Hasta hace poco viajar lo era. La gente se movía mucho menos y nadie lo echaba
en falta. A nivel mundial el número de turistas se ha multiplicado por
50 desde 1950. Hoy, además, hay infinitas fuentes de diversión a través de la
web. La gente viaja sobre todo por aburrimiento, pero "no aburrirse", diría yo, es un derecho muy endeble frente al derecho de los jóvenes a
emanciparse. Sí, la industria turística nacional se resentirá, pero eso,
dada la saturación que ahora sufrimos, es una ventaja añadida. Se perderán
puestos de trabajo ocupados fundamentalmente por inmigrantes, lo que hará su
situación más precaria y los empujará a dejar el país voluntariamente, sin
deportación alguna. ¿Acaso no se fueron masivamente en los peores años de la
crisis? Nadie habló entonces de racismo, de deportación. Ocurría, punto.
- ¿Y por qué tengo que renunciar a
viajar?
-
Primero, renuncias solo a una pequeña parte de tus vacaciones y salidas a
restaurantes (≈ 10%). Tienes mucho margen, porque España es el país europeo
que más gasta en bares
y restaurantes. Segundo, eso parece un precio ridículo si a cambio pones
las condiciones para que tus hijos encuentren trabajo.
- Sí, mi hijo, licenciado en psicología,
fregando suelos.
-
Bueno, también hay que reconocer que en España hay desde hace tiempo una sobreoferta de licenciados, como
consecuencia de la sobreoferta de universidades, resultado a su vez de la
emulación entre autonomías. Los jóvenes autóctonos tienen derecho a una vida
digna, pero no tienen derecho a exigir un trabajo acorde con sus títulos
devaluados, innecesarios.
- ¿Y qué te garantiza que efectivamente
cobren un salario digno que les permita independizarse?
-
La ley de la oferta y la demanda en las ocupaciones más cutres. Además, si
abandonan España medio millón o un millón de inmigrantes, la vivienda de gama media-baja se abaratará, con lo cual, además de
tener un mejor salario, tus hijos tendrán más facilidades para comprar o
alquilar una vivienda.
- Tu hipótesis de partida es que, si
hubiésemos evitado la llegada de los inmigrantes, nuestros hijos habrían podido
integrarse mejor en la sociedad. Pero los inmigrantes están ya aquí. Nadie va a
ponerse a pagar 15 euros cuando puede pagar solo 10. ¿Qué propones hacer?
-
Se podría fomentar de alguna manera la contratación de autóctonos en lugar de
inmigrantes. El PP y C’s se las están ingeniando para
colarle a Europa una ayuda
dirigida a los jóvenes, enmascarada como formación. Bastaría con que ese tipo
de ayudas se concedieran no tanto a los jóvenes como a los autóctonos en
general. La entrega de esas ayudas se condicionaría al mantenimiento de la
tendencia original (10 €) de los sueldos precarizados en el sector. Es de
suponer que, teniendo que pagar lo mismo, los empleadores preferirán por
razones culturales y lingüísticas a un autóctono antes que a un inmigrante. Si
pese a todo prefieren a un inmigrante será porque realmente se lo ha ganado.
Resultaría de ello una criba de los mejores, que vendría a corregir la entrada masiva
e indiscriminada que se ha permitido en los últimos años.
Para
quienes objeten que con una medida así se discriminaría a los inmigrantes, debo
decir que, desde el punto vista ético, no veo ninguna diferencia entre
discriminar a los mayores de 30 años o a los llegados de otros países.
- O sea que al final paga el contribuyente
los 5 euros de subvención. Lo ganado por unos lo pierden otros.
-
Al final pagarán solo algunos de los
contribuyentes. La medida se puede financiar, por ejemplo, con IVAs de superlujo que penalicen solo a
un 1% de la población. Los productos homeopáticos -ineficaces, cuando no
peligrosos- podrían gravarse con un IVA del 21% en lugar del superreducido 4%
actual. Además, podemos hacer que los extranjeros paguen una parte de lo
necesario: bastaría con aumentar las tasas turísticas: la demanda de servicios
para turistas es muy poco elástica, esto es, probablemente se podrían
incrementar en un 100% las tasas actuales sin caer en la famosa -y errónea-
curva de Laffer. A los turistas les importa un pito pagar 2 euros en lugar de
uno por noche de hotel. Están bebidos, se la suda todo. (Nuestros gobernantes
parecen no querer entender el potencial
recaudatorio de los servicios de consumo inelástico). Esas tasas podrían
incluso seguir incrementándose en la medida necesaria para frenar el turismo en
algunas zonas: los perjudicados serían en su mayoría inmigrantes empleados en
el sector de la hostelería.
- ¡Pero no querrás aumentarnos aún más
los impuestos!
-
Te recuerdo que la presión fiscal en España está muy por debajo de la media
europea (véase gráfico al final de
estas líneas). Hay mucho margen. Y repito, se trata de centrar el esfuerzo recaudatorio en bienes de ostentación de consumo
poco elástico entre las clases altas. Y también en bienes inmuebles de esas clases, dado que no podrán sacarlos del país,
a diferencia del capital. Por ahí están pillados. Además, si venden esos
inmuebles de resultas de la mayor presión fiscal, a) habrá un efecto dominó de
bajada de los precios de los pisos, b) lo tendrán más difícil para ocultar el
dinero obtenido, debido a la obligación de declarar los bienes en el
extranjero.
Lo que quiero que entiendas, sobre todo, es
que los problemas de inmigración,
impuestos, vivienda, empleo y turismo deben abordarse de manera holística.
Solo con una solución integral y valiente tendremos alguna posibilidad de
atenuar alguno de esos problemas sin agravar en parecida o mayor medida
cualquiera de los otros. Las tan cacareadas "reformas" son solo una tirita minúscula y mal puesta en una
herida enorme.
El capitalismo se las arregló durante un
tiempo trasladando sus fábricas a países con mano de obra más barata, pero hay
sectores, como el servicio doméstico o la hostelería, en que eso es imposible. En lugar de externalizar la producción, se
procedió entonces a internalizar la mano de obra barata, de ahí que se
estimulase la inmigración, por activa o por pasiva. Pero todo estalló con la
llegada de la crisis. La globalización es beneficiosa en términos generales,
sin duda, pero en los países receptores de inmigrantes solo beneficia a estos y
a los empleadores, en detrimento de la clase
media.
Es cierto que han sabido vendernos la
globalización como una ampliación de la libertad de la gente para viajar y
buscar trabajo en otros países, pero lo que se pretendía era sobre todo ampliar
la oferta de mano de obra para que bajara el precio del factor trabajo. Lo
consiguieron, y hasta se pasaron, porque las bajadas de salarios redujeron el
consumo. Hubo que bajar los precios para seguir vendiendo y apareció la
amenazante deflación. El resultado han sido varios años de inyecciones masivas
de dinero. Dinero que no ha ido a parar
a las clases medias, sino a los inmigrantes y las clases altas, de ahí la legitimidad del objetivo de
engrosar de nuevo la clase media (la columna vertebral de cualquier
sociedad) expulsando a inmigrantes y recuperando
lo que se han embolsado de más las clases pudientes.
- ¿Y si te niego la mayor, diciéndote
que no hay razón para tratar de distinto modo a los inmigrantes? ¿Por qué los
rechazas?
-
No tengo ningún inconveniente en presentarte varias objeciones a tu
"negación de la mayor". Te remito para ello al argumentario que aparece en un
libro on-line, Tercera cultura, buenismo y simulacros. Y ahora, permíteme que concrete con algunas cifras cuanto acabo
de decirte.
-
En lo que a impuestos se refiere, España recaudó en 2015 un 6,5% en concepto de
IVA, frente al 7% de la UE. Solo poniéndonos a su altura ya recaudaríamos 500
millones adicionales. Si se implementara un IVA de lujo (en bienes de consumo
inelástico para las familias adineradas, léase yates, relojes caros, golf,
etc.) y se eliminaran algunos IVA injustamente reducidos (discotecas,
conciertos..., con efecto regresivo pues solo benefician a niñatos de familias
bien), esa cifra podría fácilmente duplicarse. Total: 1000
millones.
-
Tasas turísticas. Supongamos que cobramos un euro más por pernoctación.
Recibimos 75 millones de turistas anuales * 5 noches de estancia media (datos
de 2016) = 375 millones de euros
adicionales.
-
España ingresa 7 puntos menos del PIB que la media de la Unión Europea, o sea
unos 70000 millones de euros (véase el gráfico infra). Estamos a la altura de
Malta y Polonia. En 2007 la presión fiscal llegó al 40% del PIB y todo iba de
maravilla, nadie se quejaba, o sea que, aun siguiendo por debajo del área Euro,
como mínimo disponemos de un margen enorme de 50000 millones (desde el 35%
actual). Esa mayor carga fiscal debería recaer obviamente en las rentas altas
que han salido ganando con la crisis: si antes de la crisis no se quejaban,
volver a esa situación no debería plantearles mayores problemas. Pero
supongamos que destinamos a esto solo un 10% de la citada cantidad: unos 5000 millones, y destinamos el 90% restante a otras
necesidades.
-
Consideremos ahora cuánto habría que dedicar a implantar las ayudas propuestas para
la contratación de autóctonos: 5 euros/hora por 150 horas mensuales = 750
euros; por 12 = 9000 euros anuales. Por -según el escenario aquí presentado- unos
700 000 beneficiados: 6300 millones de euros. (El trabajador
autóctono percibiría unos 27000 euros brutos al año.)
Las
medidas de recaudación sugeridas como ejemplo totalizan 6375 millones. O sea que es
económicamente viable inducir a unos 700 000 inmigrantes y sus familiares a
abandonar el país. Para ello bastaría
con actualizar y redistribuir la presión fiscal para parecernos ya sea a
nosotros mismos hace unos años o a otros países europeos en la actualidad.
Dicho de otro modo, las medidas propuestas son compatibles con un crecimiento
como el que experimentamos hace unos años o equivalente al que presentan
algunos países de nuestro entorno civilizado. Y son compatibles además con la
holgadísima situación de que disfrutaban las familias ricas antes de la crisis.
Si los ultraliberales no tenían nada que objetar entonces, no deberían ponerse
a rechistar ahora tampoco.
Pero,
claro está, la distribución aquí sugerida de los ingresos necesarios para
llevar a la práctica las subvenciones propuestas no es la única posible: el
lector puede jugar también como le apetezca con las cifras de 2008 que aparecen
aquí. Puede incluso, si tiene
alergia a los impuestos, reducir los
gastos que aparecen en esa tabla hasta hacer cuadrar las cifras. Empezando
por las malditas CCAA.