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¿SON IMBÉCILES LOS CATALANES?

 

 

En el ámbito de la filosofía política en España, Félix Ovejero destaca como un pensador riguroso y clarividente que no duda en azotar a los nacionalismos donde más duele. Sin embargo, en un artículo publicado recientemente en EL PAÍS (La otra responsabilidad de los intelectuales, 12/09/2013),  Ovejero comete a mi juicio el error de suscribir la opinión-trampa de que no se puede meter a todos los catalanes en el mismo saco (independentista) o hablar de “esos catalanes de mierda”, puesto que con esos “razonamientos tabernarios […], poco a poco, se encanalla la vida civil”.

 

A primera vista, nada que objetar. Ahora bien, el electorado y la clase política catalanes llevan ya muchos años empeñados en menospreciar al único partido abiertamente antinacionalista de Cataluña, Ciutadans, un partido, por cierto, en cuya génesis Ovejero participó activamente. Es cierto que los últimos sondeos dan a C’s un 12% de los votos, pero eso 1) habrá que ver si se materializa en las próximas elecciones, 2) se puede interpretar como un apoyo oportunista y por ello hasta alarmante en cierto sentido, como argumentaré más adelante, y 3) no quita para reconocer que hasta ayer mismo Ciutadans no lograba cosechar siquiera un 10% de los votos.

 

En consecuencia, viendo la trayectoria seguida por el PP catalán, cada vez más dispuesto a hacer de tonto útil de los nacionalistas, PSC incluido, podemos afirmar que el 90% del electorado catalán apoya en la práctica por acción u omisión la deriva independentista. Y la pregunta que cabe hacerse es ¿autoriza un porcentaje del 90% a emitir un juicio general sobre los catalanes?

 

Todos sabemos que en la vida cotidiana hacemos generalizaciones continuas basadas en porcentajes de esa magnitud sin que nadie se escandalice. De lo contrario sería imposible ponerse de acuerdo y tomar decisiones. Además, parece que los antinacionalistas debemos resignarnos a soportar estoicamente que nuestros adversarios –sí, adversarios- generalicen una y otra vez acusándonos de “peperos” por el mero hecho de oponernos a sus proyectos, cuando a estas alturas es obvio que en el campo de los “unionistas” catalanes la mayoría no vota al PP.  Desde una perspectiva meramente cuantitativa, ¿por qué tenemos que aguantar que ellos generalicen una y otra vez basándose en porcentajes inferiores al  50%, y poner la otra mejilla al negarnos a generalizar pese a contar con un 90% de razón? ¿Somos idiotas o qué? En un estupendo artículo publicado hace poco por Steven Pinker en apoyo de la tercera cultura leemos esto:

 

"The rejection of a search for general trends and principles calls to mind Jorge Luis Borges’s fictitious empire in which “the Cartographers Guild drew a map of the Empire whose size was that of the Empire, coinciding point for point with it. The following Generations ... saw the vast Map to be Useless and permitted it to decay and fray under the Sun and winters.”

 

Otra forma de generalizar consiste en extrapolar, que viene a consistir en generalizar en el tiempo en lugar de en el espacio. Y en eso andamos sobrados en la vida política y económica. Un  descenso del ritmo de aumento del paro se interpreta rápidamente como un punto de inflexión en la evolución del desempleo. Un 0,1% de aumento del PIB es una señal inequívoca de que hemos dejado atrás la recesión. Que el déficit acumulado a lo largo del año sea solo equivalente al del año pasado en las mismas fechas se presenta como signo de contención del despilfarro, cuando todo el mundo tiene ojitos para darse cuenta de que la deuda pública, que ha aumentado 20 puntos en dos años, está desbocada. Para según qué prensa, el ligero repunte del partido de la oposición en los últimos sondeos demuestra que Rajoy perderá las próximas elecciones.

 

Todo eso y mucho más tenemos que aguantar en los medios de comunicación, pero que nadie se atreva a decir que “los catalanes son imbéciles”. Nótese que ahora he dicho “imbéciles”, no “independentistas” o “una mierda”. Y es que la mayor parte de ese 10% de electores catalanes que se oponen en las urnas a dar cualquier paso hacia la independencia o a facilitarla con su ambigüedad federalista se caracterizan también por el temor que demuestran a desafiar en la calle a los descerebrados de la estelada. Recordemos que, mientras en la cadena humana de la Vía Catalana del pasado 11 de septiembre participaron medio millón de personas, la contracadena programada en torno a la Sagrada Familia no pudo siquiera completarse por falta de quórum.  Estas manifestaciones a la búlgara que espontáneamente se organizan en Cataluña solo pueden emanar de unos ciudadanos quizá no tontos, pero como mínimo atontados, que en la práctica es lo mismo. Catalonia is not Spain… Catalonia is Bulgaria. Pero a lo que iba, entre el 90% de tontos/atontados y un 9% adicional temeroso/silencioso, lo siento, pero no creo estar cometiendo ningún disparate si apoyo la opinión hard de que “los catalanes son imbéciles”. De lo que se trata es de que para decir eso no tenga uno que ir a emborracharse a un bar cutre del extrarradio madrileño; de lo que se trata es de atreverse a decir eso mismo sin necesidad de bajar la voz en cualquiera de los locales de moda de la prodigiosa Barcetapas. Y el que no sea imbécil, precisamente por no serlo, interpretará sin escandalizarse que esa generalización no se le aplica y pasará a otra cosa. El que se pica, ajos come.

 

Debo reconocer que con argumentos parecidos –basados en el perfil de votantes de cada partido- se puede concluir también que la mayoría de los españoles son idiotas. De hecho, a esa conclusión llegué también en otro momento ateniéndome a otro tipo de criterios, según explico en el exabrupto España, ¡que te den!Ahora bien, en el conjunto de España se oyen aquí y allá voces críticas con los partidos mayoritarios. Hay al menos un 10%-20% de individuos que razonan y dicen lo que opinan sin temor a perder todas las amistades, que es lo que les ocurre a los catalanes críticos. No hay un pensamiento único, o al menos no se nota tanto.

 

A todo ello, según adelanté al comienzo de estas líneas, se añadiría como agravante la sospecha insidiosa de que el súbito aumento del apoyo a Ciutadans no es fruto de una mayor conciencia de los peligros que entrañaría la independencia, sino un simple voto de castigo al poder encarnado por CiU (atacada a la vez por demasiado nacionalista y, por el otro lado, desde ERC, por insuficientemente nacionalista ) en represalia por el deterioro de la situación económica. Es significativo, como puede verse en el gráfico presentado infra, que el avance casi exponencial de C’s se produzca tan en paralelo con los avances de ERC y UPyD. Que un partido antinacionalista/periférico, otro nacionalista/periférico, y un tercero antinacionalista de ámbito estatal, es decir, partidos de diversa ideología y que actúan en contextos político-geográficos muy distintos, se beneficien rápidamente a partes iguales de millones de votos que antes iban a parar a los partidos mayoritarios lleva a pensar que debe de haber una circunstancia común que explique ese vuelco. Y esa circunstancia solo puede ser la torpeza con que se está conduciendo la actual crisis y el aumento de las desigualdades que está ocasionando. Ni lucha política, ni lucha ideológica ni identidades ni demás zarandajas, economía pura y dura.

 

 

porcentaje de votos obtenidos o estimados

 

 

elec 11/2010

elec 11/2011

elec 11/2012

sondeo 6/13

sondeo 9/13

meses

0

12

24

31

34

ERC

7

 

13,7

24,3

22,1

Ciutadans

3,4

 

7,6

10

12,6

UPyD

 

4,7

8,5

12

15

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En respaldo de esta última interpretación, es fácil establecer un paralelismo con la situación vivida por Alemania a finales de los años veinte. Véanse a continuación, en la columna de la izquierda, algunas líneas entresacadas de un libro que acabo de leer (Quántum - Einstein, Bohr y el gran debate sobre la naturaleza de la realidad, de Manjit Kumar, ed. Kairós, p. 381) y, en la columna de la derecha, la actualización a la que fácilmente se prestan esos párrafos  a la luz de la evolución seguida por la política catalana. (Datos extraídos de aquí).

 

 

“El 14 de septiembre [de 1930] los nazis habían conseguido 6,4 millones de votos en las elecciones del Reichstag, resultado que sorprendió a muchos.  En  mayo de 1924 habían ganado 32 escaños, y en las elecciones de diciembre de ese mismo año, solo 14. Los resultados de mayo de 1928  fueron todavía peores, consiguiendo tan solo 812.000 votos y 12 escaños. Los resultados parecían confirmar que los nazis no eran más que otro grupo marginal de extrema derecha.

 

Pero ahora, dos años más tarde, el número de votantes se había multiplicado por ocho y, con un total de 107 diputados, eran el segundo mayor partido del Reichstag...

 

 Lo que contribuyó a transformar decisivamente el paisaje político alemán entre las elecciones de 1928 y las de 1930 fue la crisis de Wall Street de octubre de 1929.

 

 

Alemania se vio duramente golpeada por las consecuencias del terremoto financiero que tuvo su epicentro en Nueva York. La sangre que durante los últimos cinco años había dado vida a su frágil economía se debía a las transfusiones de los préstamos a corto plazo procedentes de los Estados Unidos. El caos y el aumento de las pérdidas llevaron a las instituciones financieras estadounidenses a exigir el pago inmediato de los préstamos. El resultado de todo ello fue un rápido ascenso del desempleo, que desde septiembre de 1929 hasta octubre de 1930 pasó de 1,3 a cerca de 3 millones.”

 

En los sondeos del verano de 2013 ERC obtenía en torno a un 23% de los votos, es decir, casi un millón de papeletas, resultado que sorprendió a muchos.  En 2003 habían ganado 23 escaños, con más de medio millón de votos, y en las elecciones autonómicas de diciembre de 2010, solo 10 (unos 200 000 votos). Los resultados parecían confirmar que los nazis de ERC no eran más que otro grupo marginal que se autocalificaba como radical de izquierdas.

 

Pero ahora, tres años más tarde, el número de votantes potenciales se había multiplicado por cinco, y los sondeos los convertían en el primer partido del Parlament….

 

Lo que contribuyó a transformar decisivamente el paisaje político catalán entre las elecciones de 2010 y la situación de 2013  fueron los recortes aplicados durante los tres años anteriores para paliar los efectos del despilfarro identitario practicado alegremente durante dos décadas.

 

Cataluña se vio duramente golpeada por las consecuencias del terremoto financiero que tuvo su epicentro en las subprime. La sangre que durante los últimos cinco años había dado vida a su frágil economía se debía a las transfusiones de dinero realizadas desde el resto de España y Europa. El caos y el aumento de las pérdidas llevaron a las instituciones financieras europeas y españolas a exigir el pago inmediato de los préstamos. El resultado de todo ello fue un rápido ascenso del desempleo, que entre 2008 y 2013 pasó del 7% a un 25%  en la autonomía catalana.

 

(Añadido el 23/09: Por si esto último fuera poco, la comparación de los resultados de las elecciones alemanas de ayer con los resultados de 2009 abunda en la hipótesis del éxito solo coyuntural y propiciado por la crisis de los partidos minoritarios. Según se aprecia aquí, en 2009, año de mayor impacto de la crisis en el PIB de Europa, CDU+SPD obtuvieron entre los dos un 57% de los votos, y la mezcla de los liberales + Die Linke + Verdes, 37%. Ahora en cambio, con la economía claramente recuperada en Alemania, los primeros obtienen un 67%, y los segundos pasan al 22%. El FDP, lo más parecido a UPyD, salvando las distancias, ha pasado del 15% a menos del 5%)

 

En su artículo, Ovejero se pregunta cómo es posible que el consejero Mas Colell, con todo el bagaje académico que se le atribuye, se atreva a explicar a sus alumnos el teorema de Arrow por la mañana y pase a hablar en los medios del “ser catalán” por la tarde. Es muy sencillo: la estulticia política no tiene nada que ver con la inteligencia, sin entrar ahora a discutir si procede o no atribuirle esta última al siempre enfurruñado consejero. Volviendo a Alemania, hace casi cien años, al poco de iniciarse la Gran Guerra, nada menos que Max Planck encabezó un manifiesto de apoyo al belicismo alemán. El escrito fue firmado por 93 intelectuales y profesionales de gran prestigio, aunque Planck no tardó en arrepentirse de esa iniciativa. Einstein, que consideraba que “Europa se ha vuelto loca y se ha embarcado en una aventura absurda”, redactó un contramanifiesto que solo logró cuatro firmas, incluida la suya. Los delirios chovinistas colectivos arrasan con la capacidad crítica de la gente. Unos se creen la propaganda, otros simulan que se la creen, y otros simplemente se callan, y gracias a todos ellos los empeñados en joder la convivencia acaban saliéndose con la suya.

 

Hay sobre todo dos razones prácticas de peso y de sentido común para dejar de hablar de una vez de este maldito tema, como han señalado hace poco Juan José Ganuza y Patxo Unzueta en EL PAÍS (19 de septiembre); a saber, respectivamente, que el momento económico es muy delicado y no se presta a aventuras; y segundo, que “¿Estaría dispuesto [Mas] a tirar para adelante con la independencia si sale por ejemplo un 52% de SÍ a la separación y un 48% de NO? ¿Está justificado someter a la ciudadanía a un trauma como el que plantea la ruptura sabiendo que la mitad de la población se considerará derrotada gane quien gane?” Estas dos razones se resumen en que la consulta sería a la vez inoportuna y oportunista. Y estas dos características se reflejan a su vez en un hecho que todo el mundo percibe: la consulta se está planteando con apresuramiento. Y ello vendría a apuntalar por otro camino, de nuevo, la hipótesis de la economía como factor determinante de este insensato arrebato independentista: los dirigentes catalanufos creen (ingenuos… pero esa es otra historia) que a partir de 2015 el horizonte económico se habrá despejado, y temen perder ese gran aliado que es la sensación de precariedad creciente que preocupa a los catalanes.  

 

Por todo ello, no hay tiempo que perder: hay que organizar cuanto antes una Triple U: Unionistas Unidos contra el Unanimismo. 

 

21/09/2013 - 12/10/2013

 

Recopilación de artículos varios aparecidos en la prensa sobre el delirio catalanufo.

 

 

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